Carta a la diosa que hay en ti
En el silencio de la madrugada cuando todavía el día no suena a Bogotá, vuelvo a leer tu carta y lo confirmo una vez más, tus letras las leé una voz en lo más profundo de mi que parece ser la misma voz que de ti salió al escribirme y entiendo cómo estamos conectadas de formas que ninguna jamás entenderá, pero que las dos podemos sentir. Me recargasté el alma, aunque tus letras hablen de finales, separaciones y distancia, toda tu suenas a libertad. Suenas a la niña de antaño con el poder de las mil vidas con las que nos carga el viajar, el vivir. Suenas diosa, suenas vida, suenas misericordia, suenas a las cosas en las que tal vez dejaste de creer porque les faltaba todo eso que ahora tienes por montones en el alma. En la carta me cuentas que ya no crees en dios pero para que seguir bajo la idea de ese dios padre castigador, ya bastante tenemos con la opresión de la sociedad para voluntariamente resignarnos a creer en un dios, hombre, que juzga y castiga, mucho menos después de que