Huxley nos lo advirtió
No teníamos redes sociales, pero nuestras tardes
estaban llenas de amigos, ahora tenemos miles de seguidores y en la mayoría de
los casos ningún amigo. Podíamos estar pasados de kilos, ser flacos o bajitos,
pero lo aceptábamos, sin filtros, sin poses. Nos concentrábamos en nuestro
mejor atributo, fuera el carisma, la inteligencia o la sonrisa, y brillábamos,
al menos frente a los que realmente importaban. Nunca tuvimos que tomarnos 100
fotos para que nos gustara al menos una, la cámara disparaba el flash y esperábamos
pacientes el día en que reveláramos el rollo para atesorar ese día para siempre.
Una sonrisa de la persona que nos gustaba valía mucho más que los pulgares levantados
de un montón de desconocidos.
Ahora repartimos a diario cientos de corazones, pero parece que ya nadie quiere entregar el único corazón real que tiene para dar. Jamás se nos hubiera ocurrido tomarle foto al helado, se hubiera derretido, pero esperábamos pacientes durante meses e incluso años a que esa persona nos notara, ahora nos asusta que se aburra en la segunda cita, “si no pasa nada”. No estábamos informados de todo lo que ocurría, pero lo que llegaba a nuestros oídos nos impresionaba, nos asustaba. Ahora somos unos informados apáticos y desmemoriados. Las peores tragedias alrededor del mundo pasan frente a nuestros ojos y como si se tratara de una película de ficción seguimos como si nada. Nuestros modelos a seguir, nuestros héroes eran nuestros padres, ahora nos creemos mejores que ellos y admiramos personas que no existen, que igual que nosotros han creado una imagen que deben mantener para poder tenernos deseando algo que no existe.
Ahora repartimos a diario cientos de corazones, pero parece que ya nadie quiere entregar el único corazón real que tiene para dar. Jamás se nos hubiera ocurrido tomarle foto al helado, se hubiera derretido, pero esperábamos pacientes durante meses e incluso años a que esa persona nos notara, ahora nos asusta que se aburra en la segunda cita, “si no pasa nada”. No estábamos informados de todo lo que ocurría, pero lo que llegaba a nuestros oídos nos impresionaba, nos asustaba. Ahora somos unos informados apáticos y desmemoriados. Las peores tragedias alrededor del mundo pasan frente a nuestros ojos y como si se tratara de una película de ficción seguimos como si nada. Nuestros modelos a seguir, nuestros héroes eran nuestros padres, ahora nos creemos mejores que ellos y admiramos personas que no existen, que igual que nosotros han creado una imagen que deben mantener para poder tenernos deseando algo que no existe.
No es un ataque, al contrario, es un grito de auxilio,
una alerta, un llamado, un despertar, estamos atrapados, hipnotizados, ciegos;
naturalizamos un estilo de vida que nos esta dejando el alma vacía, la vida vacía,
estamos vacíos. Somos bombas de tiempo, en cualquier momento podemos abrir los
ojos y despertar a una vida que no nos va a gustar, que vamos a odiar y va a
doler, entonces llegara el estrés, la depresión, la frustración y con ello las
enfermedades, la soledad, la perdida; algunos
conseguirán no despertar jamás y vivirán tranquilos en su vacío, incluso
haciendo mucho dinero y convencidos de que son felices, y tal vez lo sean, pero
esto es para los que, para bien o para mal, despertamos o los que lo harán y se
sentirán tan vacíos como yo me sentí, tan asustados como yo me sentí, tan perdidos
como yo me sentí; solo me queda decirles, no estamos solos, esto tiene otra
cara, se le puede dar vuelta a la hoja, podemos hacer algo, toda historia
tienen más de una versión y las mejores dan giros inesperados.
Salgamos más con quienes creemos que son amigos
de verdad y de ser necesario eliminemos de nuestra vida así como eliminamos de las
redes, a las personas que creamos que son toxicas, cambiemos los filtros de las
fotos por una mirada mas amorosa frente a nuestra imagen. Sonriamos más a los
desconocidos en vivo y en directo así como hacemos en las selfies que subimos a
diario. Probemos disfrutar de un plan sin contárselo a nadie para volver a
disfrutar de vivir algo mágico solo para uno mismo. Digamos mas seguido a los demás
lo que nos gusta de ellos en vez de dar tantos likes. Dejemos de medir nuestra
belleza por el numero de personas que nos lanzaron un corazoncito y midámosla
por la calidad de las personas que hemos logrado atraer y preservar en nuestra
vida. Pensemos dos veces la información que compartimos y utilicemos con sabiduría
el alcance e impacto que estas redes nos permiten para dejar algo positivo en
los demás.
Vivimos en un mundo interconectado totalmente desconectados. Las
nuevas generaciones no pueden extrañar lo que no vivieron, las generaciones más
viejas no entienden las nuevas tecnologías. La responsabilidad de cargar de sentido tanta marea de información, recae principalmente en aquellos
que vivimos la transición y la vida siempre da lo que sabe que podemos soportar
y superar y si tu estas despierto, ya somos dos.
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