Carta a la diosa que hay en ti

En el silencio de la madrugada cuando todavía el día no suena a Bogotá, vuelvo a leer tu carta y lo confirmo una vez más, tus letras las leé una voz en lo más profundo de mi que parece ser la misma voz que de ti salió al escribirme y entiendo cómo estamos conectadas de formas que ninguna jamás entenderá, pero que las dos podemos sentir.

Me recargasté el alma, aunque tus letras hablen de finales, separaciones y distancia, toda tu suenas a libertad. Suenas a la niña de antaño con el poder de las mil vidas con las que nos carga el viajar, el vivir. Suenas diosa, suenas vida, suenas misericordia, suenas a las cosas en las que tal vez dejaste de creer porque les faltaba todo eso que ahora tienes por montones en el alma.

En la carta me cuentas que ya no crees en dios pero para que seguir bajo la idea de ese dios padre castigador, ya bastante tenemos  con la opresión de la sociedad para voluntariamente resignarnos a creer en un dios, hombre, que juzga y  castiga, mucho menos después de que encontraras la diosa que hay en ti, llena de humanidad, llena de valor, rebosante de independencia y amor por el mundo, por la vida.

Más que nunca crees, crees en ti y eso es todo lo que se necesita para comenzar a vivir para ti y no para los demás para así realmente poder servirle al mundo.

Nos pidieron que amaramos al prójimo como a nosotros mismos pero no tuvieron en cuenta que tendríamos problemas de autoestima y seguridad que no nos permitirán amarnos mucho menos amar a otros.

Por eso ¡Bravo, brava! Amarte, conocerte y hacerte genuinamenre feliz no hace más que acercarte a la divinidad que reside en ti, y que te lleva a reconocerla en los demás, en la vida y en el mundo.

Si todos nos conectaramos con nuestra esencia estaríamos alineados con las intenciones del universo y nuestro poder sería infinito y evidente en milagros todos los días.

Pero de eso te hablaré después , ahora tú eres la que debería adoctrinarme en el dulce arte de irse lejos para que fuera de la mirada de los que creen conocernos podamos renacer, ya después te hablaré de mi interés por el universo, que ha sido el que me ha mantenido la cabeza a flote en esta ciudad tan asfixiante como adictiva.

Los caminos que has decidido tomar han sido todos los mejores, eso lo sabes y de eso también estoy segura, cuando uno es capaz de tomar decisiones, tan aparentemente radicales, mientras se está en un estado de amor propio y seguridad empoderadores , no se siente miedo, es un elixir que nos reconecta con lo que sabemos que debemos hacer para poder ser fiel a nosotros mismos sobre todas las cosas.

Lo digo porque hace poco me crucé con el sentimiento, una corriente de amor por mi y un torrente de respeto hacia todo lo que soy y lo que no, me inundó el espíritu y fue lo que me hizo por fin ver lo evidente e inminente que era separarme del que ahora es mi ex, como si todo el tiempo hubiera estado ahí esperándome el día que estuviera lista para abrir los ojos a la realidad de un amor que ya no emanaba amor y que se me había amarrado a los tobillos en forma de pesadas cadenas.

Somos la generación del amor líquido, de los que lo que no les sirve lo botan, pero también somos la generación que no le tiene miedo a volar, la generación que no le teme al cambio y que no solo se adapta a él si no que necesita de presiones externas que lo obliguen a cambiar de forma, a moverse, a crecer.

Las generaciones más viejas se enorgullecen de todo lo que eran capaces de aguantar, un matrimonio infeliz, un trabajo insoportable, una ciudad que nunca quisieron, una vida a medias, nosotros tal vez no tengamos su resistencia pero nos sobra resiliencia.

Te adoro, hoy más que nunca lo puedo decir y sentir, adoro la diosa que hay en ti. Amiga, hermana, más juntas que nunca en la distancia.  

Namasté

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