Petra, más que una maravilla del mundo

Se supone que fue una maravilla del mundo lo que vi pero en mi colección quedo mucho más. Tanto así que las palabras se me enredan entre la emoción de los recuerdos. Es tan hermosa Petra que aunque tenia toda la intensión de solo describirla evitando a toda costa mi sensibilidad e inevitable existencialismo, me ha sido imposible. 

Contarles de Petra sin contarles la incomoda sensación de dar menos de 50 pasos y estar en un país que estuvo en guerra con el país que estas dejando o sin contarles de la impactante energía que corre por El Siq, de la majestuosidad del Al-Khazneh,  de lo perplejo que te deja ver como las rocas se convierten en delicadas y a su vez imponentes construcciones o de lo evidente que es la diferencia de las culturas, el idioma, la religión, o hasta la risa nerviosa que te da al escuchar como le ofrecen camellos a tu papá a cambio de ti. Simplemente imposible. No puedo contarles de Petra sin que sepan que las sensaciones que me regalo fueron casi tantas como los matices de sus rocas.

Caminar por el Siq es como si a un enorme diamante se le hiciera una larga grieta y caminaras entre ella, una grieta de casi un kilómetro. Los lados de la grieta miden hasta 80 metros de alto y sus tonalidades cambian por sectores, como un verdadero diamante cuando le da el sol. 

Tras jugar a adivinar cuantas cosas habrían visto y escuchado esas paredes, a lo lejos parece como si te esperara el Al-Khazneh. Todo en la vida tiene mucho mas de lo que a simple vista aparenta y esta maravilla te obliga a mirarla mas de una vez y con detalle. En mi caso, llegue a la conclusión de que algo tan simétrico, antiguo y hermoso, o es fruto de la colaboración de algun ser superior o es resultado de una paciencia inimaginable, para nosotros que entre el estrés,  la ansiedad y el afán, olvidamos como construir algo con la calma que amerita el presente.

Cuando estas convencido de que lo que estas viendo es una de las Maravillas del mundo te das cuentas de que el recorrido no ha terminado y a la vuelta te espera una ciudad tallada en la roca, por la que transitan burros y camellos. Entonces te pellizcas y la palabra Maravilla se queda corta. Solo ves maravillas. Todo un anfiteatro de piedra, tumbas reales, un monasterio. 

Al final no estas seguro de si el sol es lo que te aturde o es la carga histórica del lugar. Como si hiciera falta más magia preciosos niños árabes corren descalzos, empujan un burrito y observan desde las rocas, si te regalan una sonrisa te roban el corazón, ya inundado de belleza en el desierto.