Tomando palabras y leyendo un café.

Sentado en una librería, tomando palabras y leyendo un café, fui testigo de una reveladora conversación. Una joven con un estilo particular pero poco original, de las que abundan hoy en día, charlaba con un hombre mayor. Descarté que fueran pareja, no por la diferencia de edad si no por la manera en que se miraban. Ella como queriendo hacer lo imposible para que él la entendiera y el como si se supiera de memoria esa conversación. Pensándolo bien podrían ser pareja.

-No logro escribir nada. Desde que regresé de mi viaje siento que no hay nada que contar.-murmura ella. El hombre revisa algo en el portátil que reposa sobre la pequeña mesa que los separa. -Regresaste hace mas de 3 años, claro que has escrito, mira todo esto. -Ella clava sus ojos en el café, o mas bien, en la tapa del vaso de cartón, que por cierto no entiendo porque tapan, siempre he pensado que huele mejor de lo que sabe, taparlo es un desperdicio. Con algo de vergüenza en la voz, la joven mujer le pide que lea los títulos y le diga cuál de aquellos escritos habla de algo que no sea desamor, decepción o dolor. El hombre vuelve los ojos a la pantalla y noto como baja y baja a través de lo que , supongo, son montones de deprimentes relatos. 

Pobre mujer, pienso, yo no escribo pero sé lo que se siente no tener nada que contar, que la vida pase entre monótonas rutinas, levantarse desayunar, ir al trabajo, regresar ver la tv e ir a dormir. Y no hay nada que puedas decir porque fue la vida que elegiste o la que pensaste que debías elegir aunque hacerlo significara fallarte a ti mismo porque pensaste que nadie admiraría a un pobre tipo que en vez de aprovechar sus caros estudios, decidio montar un pequeño sitio de café preparado con filtro de tela. Si ese es mi sueño, tener mi propio café. 

Una carcajada me saca de mi pequeño ensueño, -¡A.. ya! entonces ¿si no es de viajes o de malos hombres no tienes nada que contar, nada de lo que escribir?

-Se que suena deprimente Raul, pero nunca he escrito de otra cosa, me inspira el dolor, cuando estoy triste y abrumada, es cuando siento que escribo mejor. No encuentro en la alegría, o incluso en los momentos de calma algo sobre lo que escribir.-le respondió ella

-Y ahora que no viajas, ahora que no sufres, dejaste de escribir.- Si, he llegado a pensar que es el precio que debo pagar por haber encontrado el amor, por estar tranquila. A lo mejor renunciar a mis letras es el precio de mi vida con él.-Que triste.- Se limito a decir el hombre. 

Qué decepción, creí que con sus canas y su aire intelectual le daría un gran discurso a esa pobre y desamparada millennial. Si, esta enamorada y tranquila, pero yo se lo que es, que ciertos aspectos de tu vida de repente funcionen, pero por uno, uno tan simple como no poder escribir, o en mi caso que mis viejos aun no sepan que estoy enamorado de un hombre, pueden hacer que nada de lo que va bien, importe. 

El hombre de las canas se aclaró la garganta, sabía que tendría algo mas que decir. -¿Por que se te hace fácil escribir de los viajes?- Por que me hacía feliz que la gente a través de mi  relato pudiera visitar lugares lejanos. -¿Y porque te parece fácil escribir cuando estas triste? -Por que me ayuda a sacar de adentro el dolor, ponerlo en las letras me libera de el, mas aun cuando se que alguien mas al leerlo se identifica y también se libera. -Entonces escribías de viajes y tristezas para sentirte feliz y hacer sentir felices a otros. Y ahora que lograste ser feliz sin escribir, no sabes como volver a las letras. -Exacto, mi vida es normal Raul, no vivo en un lugar exótico, ni estoy enamorada de un hombre cruel, todo lo contrario, vivo en un pequeño pueblito junto a un hombre dulce y tranquilo que me ama.

-Que ironía Natalia, me parece que no escribes de esas cosas porque crees que son comunes. Pero sinceramente creo que hace tiempo los viajes a lugares lejanos están al alcance de muchas personas y las relaciones tóxicas son el común denominador de estas nuevas generaciones. Pero eso que tú tienes, eso que encontraste y estas construyendo, es la cosa más rara que he visto en los últimos 5 años. Una joven valiente, independiente y sin hijos, amante de los viajes y la vida, enamorada, viviendo una vida tranquila y plena en un pueblito. Esa vaina sí es rara.

-¿Será Raul? nuestra vida es tan tan tranquila, ¿Que podría escribir?, no hay dramas ni traiciones de las que quejarme -Natalia los buenos escritores, en especial los que tienen cierta tendencia a la poesía no son los que encuentran inspiración en el lugar mas remoto o los que la sacan de la peor tragedia. Cualquiera tienen algo que decir de un lugar paradisiaco, o cualquiera se conmueve con un relato triste. Pero el arte más hermoso nace de la capacidad de sentir profundamente cada detalle de la vida.  Créeme hay muchos que han pagado por vivir y poseer hasta lo inimaginable para poder mostrarlo y convencerse así mismos partir de la envidia que despiertan en los demás, de que realmente son felices, todo para encontrar esa satisfacción y tranquilidad, que tu sientes y de la que no escribes porque te parece común.

- Bueno tal vez no es que me parezca común Raul, yo se que estar con el es un sueño, soy mas consciente que nade de la suerte que tengo. Pero tal vez se trata de eso, cuando eres feliz, feliz de verdad. Te deja de interesar contarlo, mostrarlo, escribirlo. -Tal vez el problema entonces es que antes escribías por las razones equivocadas, escribías para encontrar en quienes te leyeran esa felicidad de la que ahora eres dueña, entonces la pregunta es, ¿Quieres seguir escribiendo ahora que no buscas que nadie te apruebe o aplauda?

Joder, ese hombre sí que sabia lo que decía. No sé si la joven lo comprendía pero yo sabia de lo que hablaba. Había pasado más de 30 años detrás del éxito financiero, de las cosas mas caras y los viajes mas exóticos. Después de comprar mi auto ultimo modelo me había descubierto extrañando el anterior que me servia para lo mismo y que ademas era mas cómodo. Había vivido en Europa, en los Estados Unidos, y en ningún lugar había sido tan feliz como en aquel pequeño cuarto que rentamos juntos durante la universidad, no nos alcanzaba para nada, pero sentíamos que lo teníamos todo. Los mejores cafés los tome a sorbos con él. No fue ni el que tome junto a lo torre Eiffel con esa tiesa mujer de abrigo de piel y alargado cigarrillo, no fue el que probé en Nueva York solo sentado e un Ferry, ese dca incluso pensé en suicidarme. Fue el café con filtro que él me preparo en una olla la mañana siguiente a la noche en que llore en sus brazos después de haberle dicho la verdad y que no me odiara por ello. La mejor poesía de mi vida seguro se habría escrito en ese pequeño cuarto, en ningún otro lugar. 

-Las mejores historias Natalia, no se tratan de los lugares en que acontecen, ni del drama que provocan eso son detalles decorativos, así como en la vida son experiencias momentáneas.  Las mejores historias nacen de las almas que las viven. De los ojos que la observan. De la capacidad del escritor de ver la magia en lo cotidiano de igual manera pasa con quienes logran ser felices de verdad. 

Cuánta verdad había en las palabras de ese hombre, se trata de estar atento a los momentos que por su simplicidad son mágicos. Nos pasamos la vida detrás de alocados escenarios y cosas extravagantes creyendo que el vacío que llevamos se va a llenar el día que tengamos esto o aquello y resulta que el vacío se llena cuando le quitas la tapa al café y dejas que se te empañen los lentes y lo notas. Cuando le dices que lo amas y por una vez dejas que se te escapen las lagrimas y guardas ese momento en tu memoria para siempre. Cuando charlas con una joven de la vida y la belleza de lo simple. Cuando escuchas una conversación que te cambia la vida. De todo y de todos vale la pena escribir, todo tienen algo que contar y algo potencialmente hermoso que enseñarnos. No busques al otro lado del mundo lo que no ves frente a tu nariz.