Agüita mágica.

Hace un par de meses visitamos, junto con un grupo de compañeros, la reserva Passiflora en Subachoque. Vivimos una experiencia enriquecedora que nos dejó una visión cargada de conciencia y respeto al agua, al medio ambiente, a la vida; y a mí en especial hacia una persona que marcó, aun más mi paso por este mágico lugar, Daniel Nieto.  

Desde que entró por primera vez al salón su espesa barba y singular boina cautivaron la atención de todos ¿Quién podía ser ese hombre parecido a papá Noel que emanaba una energía tan especial? Como si sus fachas no fuera razón suficiente para tenernos atentos a todos, este hombre comenzó a hablar con la misma fluidez con la que corre el agua, y nos fue llevando a todos en un juego de palabras en el que, por momentos, no sabías si reírte por la ocurrencia o reflexionar acerca de las paradójicas verdades que entrañaban sus palabras.

Unas semanas más tarde nos encontrábamos sentados en la cocina de Daniel, de nuevo calladitos escuchando con atención, mientras uno por uno servía en los pocillos, lo que él llama “agüita mágica”, una espectacular aromática que como por arte de magia nos regresó el color a las mejillas. 

Soy vegetariana, la única en mi familia, y con familia me refiero no solo a papás y hermanos, sino a todo mi árbol genealógico. Así que ha sido una decisión con la que he navegado sola. Y encontrarme ahí sentada, escuchando a ese hombre, papá, abuelo, intelectual, ambientalista, hablando con tanta pasión y convicción del valor de ser vegetariano, me llenó el alma, nunca he dudado de mi decisión de dejar las carnes, pero nunca me sentí más orgullosa, tranquila y segura de ella, como esa mañana cuchareando una espectacular sopa de quinoa.  

Mi decisión nunca tuvo nada que ver con el cuidado del agua, fue algo más unido al hecho de no querer seguir comiéndome a los mismos animales que tanto amor y cariño me inspiraban. Pero después de ese día entendí que el camino que había elegido no solo estaba en consonancia con mi amor por los animales, sino que además protegía mi hogar y el hogar de los que serán algún día mis hijos.

Conocer a Daniel Nieto y visitar la reserva Passiflora cargaron de más motivos mi estilo de vida y además me motivaron a compartirlo. Cuando sientes a tus ojos y conciencia abrirse y consigues ver la magnitud del impacto de tu existencia en el mundo, ya no puedes quedarte de brazos cruzados y dormir en paz.

No puedo obligarlos a visitar una reserva natural, ni mucho menos exigirles que se conviertan en vegetarianos, pero les traigo un pedacito del placer de conversar con alguien que vive la vida siendo consciente de ello, alguien que disfruta de la quinoa casi tanto como disfruta del lenguaje, a quien concierna, aquí le dejo un sorbo de agüita mágica. 

Sorbo de una conversación


¿Quién es Daniel Nieto?
D.N: Daniel Nieto es un soñador empedernido y un hereje con tu más y con tu menos, porque vive a contravía de muchas cosas que la mayoría de la gente piensa acerca de la vida, en concreto frente a educación, frente a las posibilidades que tenemos los humanos de hacer mejor este planeta.

¿Entre las cosas a las que te refieres al decir que vives en contravía de muchas cosas que la mayoría piensa, se encuentra el vegetarianismo?
D.N: Vivo en contravía de cosas como las que nos trajo Colon, nos trajo el cáncer de colon que son las vacas, los cerdos, las gallinas, etc. Criar vacas, acabando los bosques, arrasando con ello la riqueza que en todas estas tierras había, especialmente en Subachoque, deforestar y dejar sin agua, que en efecto sirviera para continuar la vida para solo dejar las avalanchas completas.

Un principio fundamental del cual nos pegamos los vegetarianos, es la defensa de la vida, sin agua no hay vida, pero si el agua no tiene un bosque nativo que la contenga, el agua es muerte, como las diversas avalanchas que han venido a este país en estos últimos meses. La codicia de los humanos ha hecho del planeta un recurso para enriquecerse sin conciencia. Más que el vegetarianismo es comer vida, y comer con vida significa el analizar lo que uno come, ¿Cómo como lo que como? Y pensar también ¿Cómo llega el agua al planeta cuerpo, que es en donde habita nuestro espíritu?, ¿Cómo llega el agua a mi casa y cómo sale? Más que vegetarianismo se trata de un principio fundamental de la reconstrucción de un planeta que ha sido cada vez más deteriorado. Más que el vegetarianismo, es una postura ética y política, porque nos interesa que haya vida. Convidamos a comer con vida.
  
¿Cuál es la relación del ser vegetariano con el consumo de agua?
D.N: A manera de proporción, levantar un kilo de proteína de origen animal consume 1000 litros de agua, levantar un kilo de proteína vegetal consume 200, de 200 a 1000. Tienes la posibilidad de consumir la proteína más completa que existe, la quinoa en este momento, frente a levantar la carne de la vaca, además de asesinarla, etc. Es la revolución de la cuchara, como la han planteado algunos movimientos, se trata de cambiar la vida por la vida, no la codicia.

¿Cómo podemos generar esa conciencia medio ambiental en un país como Colombia?
D.N: Poco a poco, uno a uno, con los niños, con los jóvenes, como en su visita a Subachoque y Passiflora. Uno no le puede llegar a quien no quiere. Es convencerlos de que es bueno, bonito y barato. Cada quien decide.

¿Cuál es el mensaje para los jóvenes?
D.N: Estamos agradecidos de que compartan con nosotros los sueños de un planeta mejor, un planeta que por lo menos exista para cuando ya nosotros nos hayamos ido. Ya la cosa es irreversible, el gobierno tiene que preocuparse por el cambio climático pero cada quien ¿Qué hace? Solo es posible si cada uno se encarga de responder por sí mismo, por su planeta cuerpo, en donde habita su espíritu, desde ahí se generará el cambio. Igual que en relación con la paz, haz la paz contigo mismo y así habrá por lo menos un lugar en el planeta en donde haya paz. Juntémonos.


“Juntémonos” Con esa palabra Daniel cierra el grifo de nuestra conversación, extendiendo una invitación a todo el que quiera llegar con conciencia y criterio a visitarlo, en ese remanso de paz y flora que es Subachoque.



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