La diferencia es lo que nos une


Entre tantas diferencias aparentes siempre hay puntos que se tocan y convergen, aunque no los veamos, aunque los ignoremos, aunque no queramos verlos, aunque no los entendamos. Nunca lo diferente o desconocido es tan diferente como parece.



Durante estos días los judíos celebran Hannukah y aunque no sé mucho al respecto, vale la pena contarles un poquito de la historia y el por qué de la conmemoración. Durante el siglo II a.C, Israel estaba ocupada por Sirios, y los lugares sagrados de los judíos fueron profanados, su religión prohibida y se les obligó a adorar a los dioses griegos.

Los Macabeos, un grupo de judíos, se negaron a aceptar las imposiciones de los Sirios y tras mucho batallar triunfaron, liberando a Jerusalén de los Sirios, y recuperando el templo sagrado de Jerusalén.

Al entrar en el templo vieron que la  Menorah (candelabro judío sagrado de 7 brazos que se encontraba en el templo de Jerusalén) estaba apagada y que además el aceite sagrado que había para encenderla solo alcanzaba para un día, pero ocurrió un milagro. El aceite alcanzó para mantener la Menorah encendida durante 8 días seguidos.

Aunque la historia puede variar, lo importante es que los judíos celebran Hannukah en memoria de este milagro, el cual representó para ellos esperanza y la protección de Dios. Es por eso por lo que en estos días, Tel Aviv, se llena de Hannukiahs, candelabros de nueve brazos, uno por cada uno de los días que duro el aceite y un noveno que es del que se toma la luz para encender los demás.

Esta celebración viene acompañada de la reunión de toda la familia, para el momento de encender la vela, además se preparan platos tradicionales, se obsequian cosas, y se cantan canciones. Es imposible negar que de una u otra forma tiene un aire a “novena” esta celebración.


Personalmente, este diciembre ha sido un diciembre con más momentos en familia que buñuelos comidos, con más caminatas por el parque escuchando los pájaros cantar que "ana nanita na-na nanita nana nanita ea". Con más sonrisas a desconocidos que empujones a desconocidos en centros comerciales atestados de gente buscando regalos que jamás valdrán tanto como el regalo de su tiempo. Con más atardeceres que roban suspiros que películas con muy bonitos mensajes que parece que nadie entiende. En conclusión mi diciembre ha sido, mucho más espiritual que “navideño”.


Sin atisbo de nostalgia puedo asegurarles que diciembre sigue emocionando y erizando la piel aunque se le quite tanto adorno y comedera. Porque diciembre es familia, es descanso, es ser dueño de tu tiempo. Diciembre es un paquete gigante lleno de razones para que la gente sea feliz (novenas, regalos, comida, vacaciones, viajes, ritos, adornos, pesebres, Papá Noel, Hannukiahs).

Con o sin credo, con o sin regalos, con o sin buñuelos, diciembre siempre tiene razones para conmovernos, y dejarnos escoger cualquier excusa para ser felices. Por eso no insistan en el dolor, en la tristeza, en la nostalgia, en lo que estaba y se fue, en lo que fue y ya no es. Miren dentro de diciembre y elijan una o varias razones para estar alegres.



La felicidad es uno de esos puntos de convergencia que mencioné al inicio. Al menos por estos días, concentremos toda nuestra energía en ese punto en común. Hagamos lo necesario para olvidar todas esas aparentes diferencias que no nos dejan ver y mucho menos entender lo que es diferente. Seamos capaces de ver lo que nos une, en vez de lo que nos divide. 

Comentarios

  1. Princesa este post me vino como anillo al dedo, me encanta tu blog. Love u
    Tu prima favorita

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    Respuestas
    1. Ve siempre lo que tienes en comun con el que te parece tan diferente y siempre encuentra motivos para ser feliz, por ejemplo te adoro. Gracias por todo lo que te hace ser mi prima favorita!

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  2. Que bien esa es la única realidad todos sin importar nuestras creencias vamos tras lo mismo La Felicidad y siempre la encontramos sabiendo que esta en las personas que nos rodean en cada momento, bien, muy bien

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