Cuando el síndrome de Peter Pan ataca.

Quiero pasión y no no estoy hablando de sexo (o no solo de eso), tengo ganas de vivir una vida llena de sencillos detalles poéticos, una copa de vino mientras miro la ciudad, bailar un bolero (nunca lo he hecho), ver salir el sol, verlo desaparecer, cantar en frente de desconocidos, que la lluvia me moje, mirar al cielo y sonreír, quiero el desayuno en la cama y la cena en el piso, quiero una llamada de cuatro horas que parezca de dos segundos, quiero soñar con planes que parezcan imposibles y actuar como si fueran sencillos, quiero cocinar y llenarme la cara de harina (aunque no sepa cocinar), quiero leerme un libro en un lugar que huela a flores, quiero una canción que sea "mi" canción y cantarla a grito herido sin importar en donde suene, quiero tratar de pintar algo bonito y que la pared termine con más pintura que el papel, quiero sentirme tan feliz que le hable y sonría a todo el mundo en una fiesta aunque sean desconocidos (sin usar drogas) quiero disfrazarme aunque no sea 31 y hacer el ridículo por diversión... que gran cliché, lo sé. Pero necesito volver a creer  que la vida es mucho más que una prueba de supervivencia, que no se trata del que más gane, del que más tenga, del que consiga el mejor escritorio para hacerse viejo en la oficina, no quiero una relación que continúe por la fuerza del habito y el poder de la costumbre, no quiero crecer, si crecer significa ver más películas que vivirlas, quiero creer que esta vida aun se trata de hacer de dos horas u ochenta años una historia que valga la pensar ser vivida, ser contada.

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