Del apocalipsis


…el proceso de mundialización que ahora vivimos, es a la vez un movimiento de potenciación de la diferencia. y de exposición constante de cada cultura a las otras, de mi identidad a la del otro. Lo que implica un permanente ejercicio de reconocimiento a lo que constituye la diferencia de los otros como potencial enriquecimiento de la nuestra, y una exigencia de respeto a lo que en el otro, en su diferencia, hay de intransferible. y no transable, incluso de incomunicable. 

Lo rescatable

“Potenciación de la diferencia” decidí iniciar este escrito con una cita con una connotación positiva, con algo rescatable de este fenómeno homogeneizador. (Porque se cómo me pongo cuando pienso en estos temas y presiento como va a terminar.) Y es la manera en que se desdibujan las fronteras, la manera en que ningún destino es imposible y ninguna cultura totalmente desconocida, claro, siempre y cuando tenga internet. El poder construir nuestra identidad al compararla con la del otro, y con la del otro me refiero al extranjero, al inmigrante. Diferencias y similitudes, descubrir que ese hombre de rasgos diferentes y extraño turbante, ama y siente como yo, tiene mamá y alguien que lo espera en casa. Circunstancias aparentemente ideales para vivir en armonía y constante crecimiento pero que en realidad se ha convertido en una prueba de tolerancia que está dejando ver la peor faceta del ser humano. El odio y el miedo irracional a lo diferente o peor la indiferencia.
Un reto que no solo trasciende a las relaciones interpersonales cotidianas si no a unos medios de comunicación perdidos en una marea de información desinformadora e inútil. La basura a trascendido lo físico hasta llegar a lo virtual y en un mundo sobrepoblado y contaminado, la información también esta envenenada. La desconexión con el verdadero acto de comunicar es total, ahora todos somos emisores, pero nadie es receptor, nadie está realmente escuchando y si escucha, escucha mal con tanto ruido viniendo de todas partes.

“No se precisa la tolerancia para los que estamos de acuerdo, es el fundamento de poder convivir en paz y entendiendo que en el mundo somos diferentes” José Mujica.

Un Desarrollo sin fecha de vencimiento

Desarrollo, desarrollo, desarrollo y por su puesto el gran dedo índice gritándonos “país subdesarrollado”. Pero vale la pena detenerse en este término y preguntarse por lo que realmente significa desarrollo y la idea que nos han vendido y que nos morimos por alcanzar, incluso a costa de negar nuestras raíces y perder lo que nos hace únicos.

“Comprender el  desarrollo  como  un  esfuerzo  de  inversión  de capitales económicos  para  generar  crecimiento  y  reducir  la  pobreza mejorando las condiciones de vida de la población más necesitada, es  sólo tomar en cuenta algunos aspectos objetivos del desarrollo, como si fuesen su única razón de ser.”  Rosa María Alfaro

Como me gustaría que la gente se preguntara lo que realmente debería significar esa palabra antes de desear ansiosamente la bendición protectora del monstruo híper desarrollado estadounidense. Solo basta preguntarles a nuestros allegados que es lo que entienden por desarrollo, y saltan palabras como tecnología de punta, construcciones, empresas, industria, dinero. Y en un planeta finito, esa idea de desarrollo ¿resulta racional, resulta sustentable?
A mi píntenme un desarrollo verde, un desarrollo con responsabilidad social que tenga en cuenta lo social, lo ambiental y lo económico. Un desarrollo que conserve lo autóctono, que proteja lo aborigen. Un desarrollo que vea en lo tradicional, la salvación a esta bomba de tiempo en que hemos convertido a nuestro planeta.
En este aspecto Rosa María Alfaro ofrece una perspectiva más clara del tipo de proyectos que deberían interesarnos y que como naturales inversionistas obsesivos por el capital deberían interesarnos.

“De la sostenibilidad podemos destacar el cuidado que debemos colocar para que un proyecto sea una propuesta que pueda ser mantenida por los propios beneficiarios o involucrados una vez terminado el proyecto, para que se haga algo propio de la gente y continúe, habiéndose apropiado no sólo de su importancia sino de cómo se factura. Es decir, es trascender de la originalidad o el beneficio concreto en el corto plazo hacia el largo, más aún garantizando que los problemas que originaron la intervención no se vuelvan a presentar porque se sabe cómo  asumirlos.  Asociado  a  ese  significado  está  lo  sustentable  que tiene una acepción más potencial y referida a lo económico, es decir al equilibrio entre el esfuerzo realizado, lo obtenido y las capacidades instaladas para realizarlo.”

El homo sapiens, una especie y una plaga en peligro de extinción

Nos hemos acercado tanto con la globalización, a la gente, a los procesos, que parece que nos ocurriera lo mismo que pasa cuando nos acercamos algo tanto frente a los ojos que quedamos bizcos y no vemos nada. Se acortaron de tal manera las distancias, no solo a nivel social, si no de producción y de visibilización con los medios que ya no vemos nada, mucho menos sentimos nada. Vivimos en la anestesia que produce el habernos acostumbrado al dolor morboso expuesto y potenciado por los medios, a la contaminación habitual de cada día, a seguir pasando y repasando con mi imborrable huella ecología sobre el mundo, sobre la gente, sobre todo lo demás. Como bien dijo José Mujica “ la humana, es la única especie capaz de ir contra su propia especie”.  Hemos hecho de nuestra forma de vida, un suicidio colectivo.

Cuando digo que nos hemos acercado tanto a todo que ya no vemos, hay un tema en especial que debe ser mencionado y es el de la industria de alimentos. Tenemos a nuestro alcance infinidades de videos que exponen abiertamente la manera, no solo brutal y cruel, en que se matan a los animales para el consumo, si no las condiciones y medidas absurdas a las que la sociedad de consumo ha llevado a la industria. Además de mil y un videos bastante claros acerca de los efectos y consecuencias de esta sobre producción, pero ¿no importa verdad? Lo que importa es hacer plata y “¡vivir bien mijo!”.  Toda esta información al alcance de un clic, frente a unos ojos ciegos y además y demasiados corazones insensibles. Y es que tanta cercanía a veces también nos aleja.

Para efectos de darle al escrito una mirada más real, más íntima, hablaré de mi experiencia personal. Hace un par de días tuve la oportunidad de visitar una reserva natural, un bosque precioso del que emana agua pura. Pude ver el agua brotar como por arte de magia de la tierra hasta convertirse en un alegre chorrito. Tuve la oportunidad de desdibujar la brecha entre el origen del agua y mi existencia. El cual antes de la salida, parecía ser la nevera, o la botella. Nunca más allá. El agua es como ese amor fiel y devoto de toda la vida, que no lo da todo y al que nos acostumbramos y asumimos que siempre estará ahí, su ausencia no es algo que nos parece posible, aun cuando sabemos que en cualquier momento podría faltar. Bueno pues yo estaba ahí, viendo nacer el agua. Vale la pena decir que soy vegetariana, así que con frecuencia me siento una persona más responsable con el medio ambiente que los demás, por eso toda la experiencia no hizo más que ratificar mi filosofía, haciéndome sentir orgullosa de mi misma. Hasta que llegue a casa, lave mis tenis, me di una ducha, tomé un té, puse la quínoa a remojar para la cena y me senté a descansar un momento. Solo ahí, me sentí ridícula y avergonzada. Ni siquiera esa experiencia había hecho que lavara mis tenis con menos agua de la normal, que mi ducha fuera más rápida, o que en vez de té me comiera una mandarina. Había olvidado todo tan rápido como olvidamos que hay niños muriendo de sed cada vez que lo dicen por televisión.

Por eso “hasta que tal vez la naturaleza nos llame al orden y haga inviable la civilización” que Dios nos ampare.




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